
Cuando Eminem lanzó The Slim Shady LP en 1999, con su atrevido sencillo “My Name Is”, el mundo del hip-hop no sabía exactamente qué hacer con él. Era blanco –en un género musical donde casi todas las grandes estrellas eran afroamericanas–, ferozmente talentoso y estaba introduciendo un alter ego violento y caricaturesco. Pero fue con The Marshall Mathers LP que el artista dejó claro que no era una novedad pasajera, sino que pronto se convertiría en una fuerza cultural.
Hace un cuarto de siglo Eminem presentó uno de los proyectos más polémicos e influyentes de la historia del hip-hop hasta ese momento. Grabado en su mayoría en Detroit, durante 10 meses, el álbum es una catarsis sobre su acercamiento a la fama. Allí alterna entre sus identidades —el payaso violento Slim Shady, el dolido Marshall Mathers, y el profesional Eminem— para crear un viaje emocionalmente agotador a través de 18 pistas (14 canciones, más 4 skits), que capturaron la esencia de un país que entraba a un nuevo milenio obsesionado con la fama, la moralidad y la violencia.
Cuando The Marshall Mathers LP llegó a las tiendas el 23 de mayo del 2000, rompió récords: vendió casi 1.8 millones de copias en su primera semana, un hito jamás alcanzado por un álbum de rap hasta ese momento. Debutó en el primer puesto del Billboard 200 y se mantuvo ahí durante ocho semanas. Además posicionó los sencillos “Stan”, “The Way I Am” y “The Real Slim Shady” entre las primeras cincuenta posiciones del Hot 100 siendo el último el que alcanzó el puesto más alto, al llegar al número cuatro.
La razón de su éxito, más allá del shock value, era clara: Eminem era líricamente brillante. En «Stan», se ponía en la piel de un fan obsesionado hasta lo trágico, un concepto narrativo tan innovador que la palabra “stan” se convirtió oficialmente en sinónimo de fanático extremo. Fue añadida al diccionario Merriam-Webster casi dos décadas después.
En «The Way I Am», se defiende de las expectativas que lo asfixian. En «Kill You», se ríe del horror que causa. Y en «Marshall Mathers» baja la guardia, lo justo para mostrar las grietas en su personaje.
The Marshall Mathers LP fue también un espejo incómodo para la sociedad estadounidense. Criticó a la industria del entretenimiento, satirizó la cultura pop y abordó temas como los padres ausentes, la pobreza, la violencia doméstica, la adicción y la censura. Sí, Eminem era ofensivo. A veces cruzaba la línea con una sonrisa. Pero, ahora, 25 años después, muchos reconocen que esa incomodidad era parte del punto: mostrarnos un reflejo deformado pero real de la cultura que lo creó.
Hoy, The Marshall Mathers LP está certificado como diamante por la RIAA en Estados Unidos y ha recibido certificaciones de platino en 22 países. A propósito del aniversario, Eminem lanzó una nueva versión del álbum que incluye las versiones en vivo de «The Real Slim Shady» y «The Way I Am», grabados desde el escenario de los premios MTV Video Music Awards en el año 2000. El álbum también consolidó a Eminem como algo más que una curiosidad blanca en el hip-hop. Lo convirtió en uno de los artistas más complejos, controversiales y esenciales de la música moderna.
Sin The Marshall Mathers LP, no habría un 8 Mile, ni un “Lose Yourself” (película ficcional que para la época de su estreno la crítica conectó con su vida y canción central de su banda sonora), ni una cultura pop moldeada por su sombra.